¿Ciencia o letras?
Esta pregunta carecería de sentido, si no hubiera existido y aún persistiera ese precipicio que separa el humanismo de la ciencia, fomentado por una educación tradicional y conductista que ha subsistido hasta nuestros días y que promocionó al producto final y al alumnado "de diseño para el sistema productivo", en detrimento de las letras y el alumnado "creador y crítico". Ante la actual crisis económica, de valores y de modelo productivo, nos planteamos qué es lo que hemos ido dejando en el camino del aprendizaje y del desarrollo como seres humanos. Aún recuerdo en mis años juveniles de instituto, cuando nos preguntaban, ¿y tú qué eres, de Ciencias o de Letras? Y parecía obligatorio tener que elegir entre ambos, provocándonos el intuirlos como un matrimonio mal avenido, algo así como si aun niño tuvieran que darle a elegir entre irse a vivir con un padre o una madre tras un divorcio. Recuerdo mi estupefacción en esos momentos, el pensar que se me daban mejor las letras, pero que me gustaban los animales y la naturaleza, y que en algún momento tendría que elegir entre ambas predilecciones. Y no me gustó tener la obligación de elegir uno u otro. Es más, los niños y niñas que obtenían buenas notas parecían predestinados a las ciencias, mientras que aquéllos cuyas notas eran medias o mediocres, se tenían que conformar con las letras y convivir con ese sentimiento implícito que conllevaba ser "estudiante de segunda". Me sentía un ser raro por gustarme ambos y por no tener tan clara mi vocación de letras o de ciencias. ¿Por qué no podían convivir ambas vocaciones? En mi caso, suponía diseccionar una parte de mi cerebro sediento de conocimiento y sólo poder elegir la evolución y desarrollo en la parte elegida. Algo así como inutilizar una parte para desarrollar sólo la otra. En mi inconsciente, la ciencia y los científicos parecían huir de las letras, lo humano, la humanidad, los sentimientos y emociones. La verdad era puro número, sin ningún resquicio para valores morales... y los científicos se perfilaban en nuestras mentes como seres dotados de una inteligencia excepcional que sólo se dedicaban a hacer experimentos en sus laboratorios y que descuidaban su aseo y cuidado por estar absortos en sus descubrimientos. Esa era mi idea de "científico" en EGB y BUP... y aún y todo, recuerdo siempre querer ser una científica para descubrir al fin, "la verdad absoluta". Sin embargo, tal como reconocía Antoine de Saint-Exupéry en su libro "El Principito", "lo esencial es invisible ante nuestros ojos".Necesidad de conciliación entre Ciencia y Humanidades
Es momento de reconciliar ciencia y humanidades, como dos hermanas que nunca debieron alejarse una de la otra porque una sociedad carente de humanismo, es una sociedad incivilizada, sin valores, ni ética, que conduciría a la desaparición de la especie humana. La ciencia por sí sola, sin contribuciones humanísticas tendería a una sociedad robótica, carente de sentimientos ni emociones, fría como un témpano de hielo ante el sufrimiento ajeno. A mi modo de entender, el único que podría tener la posibilidad de conciliar Ciencia y Humanidades, sería el Humanismo científico, que en definitiva sería, humanizar la ciencia. Bertrand Russell, un matemático que consiguió el premio Nobel de literatura, constituye un referente del Humanismo científico, y reflexionaba de esta manera en su libro "The impact of Science on Society":"Hay ciertas cosas que nuestra época necesita, y ciertas cosas que debería evitar. Necesita compasión y un deseo de que la humanidad sea feliz; necesita el deseo de conocimiento y la determinación de rechazar mitos agradables; necesita, sobre todo, una valiente esperanza y el impulso de la creación. Las cosas que necesita evitar y que la han traído al borde de la catástrofe son la crueldad, la envidia, la codicia, la competencia, la búsqueda de una certeza subjetiva o irracional y lo que los freudianos llaman el deseo muerto... La raíz del asunto es muy simple, tan simple que me siento avergonzado de mencionarla por temor a la risa burlona de ciertos sabios cínicos. A lo que me refiero es al amor o compasión. Si se siente esto, ya existe un motivo para la existencia, una hoja de ruta, una razón para el coraje y una necesidad imperativa de honestidad intelectual".Otro precursor del Humanismo científico sería Albert Einstein, a quien se le atribuye la famosa frase: "La mente intuitiva es un don sagrado y la mente racional, un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y se ha olvidado del don". Esta afirmación concuerda con Nonaka y Takeuchi (1995), quienes en su libro "The Knowledge Creating Company", distinguían dos tipos de conocimiento: el tácito o implícito (enraizado en la experiencia individual, ideales, valores y emociones) y el explícito (expresado mediante palabras y números), siendo el primero, el más importante. Si sólo nos dedicáramos a la ciencia y tecnología, sin atender a la parte humana que reside en todos nosotros, perderíamos la mayor parte del conocimiento tácito adquirido a través de los siglos y que se encuentra más cercano a la filosofía y al humanismo.