Joan Mari Torrealdai (T.): Yo creo que nosotros, los dos, somos posteriores a la guerra, ¿no? Siempre nos hemos considerado pertenecientes a la generación del 56 porque nacimos a la cultura a la vez que Jakin, más o menos. Por aquel entonces se celebró en Arantzazu el primer congreso de Euskaltzaindia, así como el Congreso Mundial Vasco en París, convocado por el Lehendakari Agirre, todos son del 56. Así pues, somos de la posguerra, y por mencionar un dato importante, por lo menos así lo he vivido yo, se da una ruptura respecto a la generación anterior. Nosotros no nos hemos encontrado con una herencia, no hemos encontrado un País. No hemos encontrado una cultura, no hemos encontrado una lengua vasca cultivada, y esta generación ha comenzado por su cuenta a buscar y construir todo eso.
Joxe Azurmendi (A.): Más adelante nos han señalado a modo de crítica que fuimos nosotros los que realizamos esa ruptura respecto a la generación anterior. Yo siempre lo he dicho y ahora lo vuelvo a repetir, nosotros no llevamos a cabo esa ruptura, simplemente la heredamos. La Guerra trajo consigo esa ruptura. Por ejemplo: yo he nacido en el seno de una familia euskaldun, de crío he sido euskaldun, pero en la escuela lo perdí todo, estaba prohibido y mil veces nos castigaron por ello. Y es curioso, pero la presión social y la propia escuela te hacen olvidar que eres euskaldun. Siempre hablan negativamente de los euskaldunes y llegas a pensar que yo soy euskaldun, eso lo serán otros. Yo no soy uno de esos bárbaros. Y continúas así hasta los 16-17 años y ahí es cuando empiezas a querer recuperar el euskara. Mi primera impresión es que no había nada de nada. Ni cultura ni literatura. Para entonces ya muestras interés por la literatura y la historia, y no había nada en euskara. No me di cuenta de magnitud de la situación hasta comprobarlo más tarde en un estudio de Paco Sudupe. Ha analizado lo realizado en torno a la cultura vasca en los años 50 y 60 y puedes observar que había muchas cosas pero eran casi clandestinas y casi nadie se enteraba, sólo los propios defensores del euskara y las personas mayores.
T.: Y la mayor parte de la producción...
A.: En Iparralde, claro.
T.: En Iparralde y América. Se trataba de una producción clandestina aquí, no podía atravesar la frontera. Vivíamos en el reino de la censura.
A.: De hecho, encarcelaron a Etxaide por traer en sus manos un ejemplar de la revista “Euzko Gogoa”.
T.: El otro día lo vi en castellano, en otro contexto... que hubo tres situaciones en la posguerra. En ese caso se habla de los españoles, pero entre los propios vascos también los había ¿no?: los enterrados, los trasterrados, y los aterrados. Dentro había mucho miedo, y había censura y una gran represión... Cómo no se iba a dar una ruptura cuando nosotros nacimos a la cultura, no teníamos nada y lo tuvimos que crear.
A.: Había mucho miedo, miedo a ser castigado. Pero se daba también ese sentimiento, no quieres ser uno de esos bárbaros, quieres ser culto y la explicación de la creación de Jakin es esa. Jakin deseaba encender el euskara, hacerse con el mundo de la cultura y así se crea como revista cultural. Había un poco de todo, el taco de Arantzazu, ese pequeño calendario que se colgaba en las paredes y de nuestra época es también el misal de Orixe...
T.: Egan es del 54, nosotros del 56. Y estaba Euzko Gogoa. En Guatemala. Y además no se podía conseguir, lo de fuera no se podía introducir al país.
A.: Y ese primer movimiento, en favor del euskara, de elevar el euskara al mundo de la cultura, se da en Arantzazu. Y uno se pregunta ¿por qué? Pues en esos años Arantzazu se convirtió en un centro cultural muy importante del País Vasco. Allí se reunieron Oteiza y Chillida, y allí conocí a Blas de Otero, con su txapela, a Gabriel Aresti, allí nos conocimos, Juanito San Martín, se le menciona poco pero también fue muy importante. Allí se creó de algún modo un núcleo en torno al mundo de la cultura. No sólo por el euskara, el arte, la música, en aquella época se convirtieron en centro del movimiento cultural. Luego, Arantzazu contaba con cierto privilegio en el mundo del euskara, y es que contaban con una pequeña tradición, casi olvidada pero muy importante en esa época, y que hoy en día deberíamos recuperar, pero desgraciadamente no lo hacemos. Se trata de Salbatore Mitxelena. Los poemas de Salbatore Mitxelena son la representación más distinguida, elegante y poética la de posguerra. Con todos sus entresijos e imágenes dramáticas. Y claro, después de Salbatore Mitxelena ha llegado Gandiaga, y nosotros.
T.: No es casualidad que el euskara unificado surgiera en Arantzazu.
A.: Se cultivó en Arantzazu. Allí se dio a conocer.
T.: Y los dos primeros Congresos Generales de Euskaltzaindia se celebraron en Arantzazu, en el 56 y en el 68. El primer Congreso del 56 fue elprimer congreso abierto de la posguerra, y el del 68 el de la unificación. Y en el 56 se creó la revista Jakin con ocasión del Congreso.
A.: La primera revista que aceptó y utilizó el euskara unificado fue Jakin, de la mano de Joan Mari.
“No hemos encontrado una cultura, no hemos encontrado una lengua vasca cultivada, y esta generación ha comenzado automáticamente a buscar y construir todo eso por su cuenta”.
‘Jakin’ ha cumplido 60 años. ¿Cómo resumirían ese carácter especial y su aportación a todo el País Vasco?
A.: Yo creo que la principal novedad que trajo consigo Jakin era que ofrecía una plataforma a los estudiantes euskaldunes, en los diversos seminarios. Antes cabe señalar, que con la intención de enseñar a escribir en euskara los franciscanos que aprendían filosofía en Olite, ya habían creado una pequeña revista para ello, pero a nivel interno. Sólo se publicaba un ejemplar ala año, denominado “Gure izarra”. Y allí realizaban sus primeros intentos. Luego esos mismos estudiantes se reúnen en Arantzazu y deciden crear una revista común a todos los seminarios y conventos. Toman parte los Benedictinos, los Carmelitas,... (perdón por los que no he mencionado). Y crean una revista con la intención inicial de divulgar en euskara los temas de estudio, filosofía y teología. Y ahí surgen, como es normal, temas como el problema de la unificación, etc. Claro, hay vizcaínos, navarros, de Iparralde está Manex (Erdozaintzi), aunque la mayoría son guipuzcoanos. Ya desde el principio surgen los problemas de la pronunciación y se busca cierta unidad para la revista. Y a continuación se trabaja la temática, y por decirlo de algún modo, se produce una gran revolución, purista. Cuando los euskaldunes comprueban que realmente lo son, quieren coger todas esas palabras en castellano y tirarlas al río. Quieren crear un euskara, una lengua que esté limpia. En relación a la lengua, en Jakin se da una gran revolución de mano de Joseba Intxausti mediante un artículo que originó un gran escándalo, y se generó una nueva postura, tanto en referencia a la lengua, como a los temas a desarrollar. De hecho, se definió como revista de cultura universal y a partir de ahí echó a andar. Y en los años posteriores se da una evolución cada vez mayor, ya que aquellos escritores y colaboradores iniciales eran de los seminarios, pero en seguida, y ahí empezó la etapa de Joan Mari Torrealdai, toma contacto con los estudiantes que se encontraban en Barcelona, Valladolid o Salamanca, ya que aquí no había universidades, y estos empiezan a colaborar con la revista. En ese punto fue Joan Mari Torrealdai el que impulsó esa nueva revolución.
T.: Hay que recordar que el seminario que nosotros conocimos se trataba de una universidad. Aquí no contábamos con ninguna universidad pública y al final aquél que deseaba estudiar tenía que pasar por el seminario. No hay más que observar a la gente que ha tomado parte en la cultura vasca desde entonces. Los de mi edad hemos pasado por el seminario. Es muy importante tener en cuenta ese punto de vista como instrumento cultural de aquella época, ya que de por sí no existía. El euskara era válido para cantar bertsos, para la cultura popular, pero no para una cultura superior...
A.: Perdona, te voy a interrumpir... No es sólo que no existiera, había temor por llevar el euskara al mundo de la cultura, pensando que iba a amedrentar y marginar a la gente de la calle o de los caseríos...
T.: Se trataba de una lengua sin lectores
A.: Pensaban que iba a ser perjudicial... Perdona, continúa...
T.: Entonces todo eso era muy importante, pero enseguida los seminarios se vaciaron. Hacia 1967 ya no existía esa universidad de los seminarios, y así Jakin se vino a la calle, físicamente a San Sebastián, Tolosa, etc. Desde entonces ha recorrido su camino con la gente joven y con las personas del mundo de la cultura. Podemos decir que en 1967 volvió a nacer en San Sebastián de la mano de Carlos Santamaría y Ricardo Arregi. Junto a otros más creamos un grupo que Franco prohibió en 1969. Tuvimos que esperar hasta 1977, hasta un año después de la muerte de Franco para poder obtener el permiso y entonces ya creamos el grupo actual. Nosotros mismos proveníamos de la universidad y de fuera, por así decirlo, porque habíamos realizado estudios en el extranjero. Detrás nuestro contábamos con un equipo, y así ha perdurado hasta hoy durante 60 años. Y se ha mantenido viva. Y de aquí en adelante Jakin, como producto, se encuentra en manos de otras personas. Nosotros todavía estamos vinculados al proyecto y seguiremos adelante.
A.: Además, creo que debemos añadir el propio concepto de cultura. En ese momento, nos encontramos en la España franquista y nacional-católica muy cerrada, y por lo tanto se daba un concepto de cultura religiosa y dogmática. Hasta tal punto que incluso los autores personalistas franceses un poco críticos estaban prohibidos. Así, uno de los méritos atribuibles a Jakin es haberse abierto a tiempo a la cultura de Francia o Alemania, cuando aquí reinaba esa cerrazón y muchos autores franceses estaban prohibidos. El propio Maritain estaba prohibido, siendo uno de los grandes maestros de la iglesia católica francesa. Pero los franquistas no le habían perdonado que durante la guerra civil se hubiese posicionado a favor de los católicos vascos y en contra de Franco.
T.: Para conocer en qué ambiente vivíamos... En cierto modo no teníamos contacto con el exterior, ni siquiera podíamos importar obras, era muy difícil. Sólo contábamos con la revista Jakin. Sucedió lo de1968, la famosa revolución de mayo del 68 en París, pero aquí estábamos bajo el franquismo. Un ejemplo. Carlos Santamaría ofreció una conferencia sobre Marcuse. Nosotros teníamos que publicar un ejemplar monográfico en Jakin, un dossier completo sobre Marcuse, y claro, nos lo prohibirían. porque prohibieron la conferencia de Santamaría. Entonces nos dijimos “no podemos publicarlo”. Pero probamos suerte:eliminamos la palabra Marcuse y la sustituimos por M. en todo ese número. En ese ambiente nos movíamos. Así vivimos, bajo la censura, que debía aprobar cada número. Al final nos prohibieron la revista, y no poniéndonos una mera multa, sino que retiraron a la revista Jakin el permiso editorial. El peor castigo. La razón es que éramos nacionalistas y progresistas. Eso es el franquismo. Sin libertad de expresión, sin derecho a publicar. Y aún así hemos sobrevivido, felizmente.
A.: Se imponía una cultura filosóficamente absurda y todo el pensamiento y la filosofía moderna, posterior a los siglos XVI y XVII estaba mal vista.
“Yo creo que la principal novedad que trajo consigo Jakin era que ofrecía una plataforma a los estudiantes euskaldunes, en los diversos seminarios”.
Siendo notarios y testigos de lo acaecido a lo largo del siglo XX, tras haber vivido tragedias y utopías, ¿qué enseñanzas deberíamos guardar de experiencias históricas?
A.: Aprender, quizás deberíamos aprender a sobrevivir nadando entre las olas. Hay que decir que nos ha tocado vivir una época viniendo de una dictadura, que hemos llegado buscando la libertad, pero en una época en la que el concepto de libertad ha ido cambiando y fragmentándose. Y sobre todo en un principio, primero se trataba de liberar al País Vasco, liberarlo de la dictadura. Todos teníamos una gran envidia por la democracia que veíamos en Europa, todos idealizamos la democracia. Y en aquella época las colonias estaban logrando la independencia y esa liberación casi siempre ha estado relacionada con el marxismo. A pesar de que el marxismo también ha cambiado. Rusia y China se han transformado, pero está surgiendo el marxismo del Tercer Mundo y en el País Vasco se quiere fusionar la libertad, el nacionalismo y el socialismo. En un principio parece algo imposible, ya que el marxismo siempre se ha identificado con el partido comunista español, etc. Pero por otra parte, está surgiendo una nueva literatura, sobre todo en las colonias, entre los condenados de la tierra, las características de una colonia, traducida por Txillardegi, los condenados de la tierra de Franz Fanon y de Albert Memi... Está surgiendo una nueva literatura y sobre ella se forma un nuevo concepto de libertad y en ese nuevo concepto de libertad cae, no sólo el nacionalismo, sino la propia religión. Y en ese momento surge, aunque en cierto modo ya provenía de la época de la guerra civil, una terrible desilusión respecto a la iglesia (ya que se identifica con Franco). La Iglesia, por desgracia, pero no necesariamente en el País Vasco, ni tampoco los curas vascos, la iglesia oficial de España ha sido franquista y el Vaticano también. Así pues, la iglesia como poder era franquista. Para nosotros eso resultaba muy duro. En la iglesia de Arantzazu hay mil anécdotas al respecto, pero de un modo que hoy resulta inimaginable. La bandera española en el altar, etc. Ha habido muchas cosas de ese tipo.
T.: Y al mismo tiempo, hubo una reacción contra todo eso. En Arantzazu, por ejemplo, el día de la patrona, el órgano interpretaba el himno nacional español. Uno de los años, todos los estudiantes de teología abandonaron el templo en señal de protesta. Se formó un escándalo considerable. La situación era terrible.
A.: Y comienza, de hecho, una polémica que afecta a la revista Jakin. Por un lado está la polémica sobre el marxismo con Ricardo Arregi y Txillardegi... y el Dios de Arregi... Cuenta tú todo eso...
T.: Fue muy comentado el artículo de Rikardo Arregi: “Euskaltzaleen Jainkoa hil behar dugu”. Y los artículos sobre el marxismo. Por una parte está el atractivo del socialismo y la fascinación que en ese momento el marxismo generaba en Arregi, todo lo que nosotros mismos vivíamos en el interior. Ya para entonces, Txilladergi estaba fuera. Cuando Rikardo Arregi decía que el marxismo estaba de moda Txillardegi respondía que estuvo de moda y planteaba un nuevo socialismo. En el artículo “euskaltzaleen Jainkoa hil behar dugu” Rikardo Arregi planteaba que había que matar el dios de los vasquistas se armó un escándalo tremendo. Lo que él planteaba era que el País Vasco no era necesariamente creyente de por sí, planteaba un vasquismo laico y lo hacía con un planteamiento que hoy en día resulta de lo más normal, pero en aquel momento era un escándalo. Creo que lo que vivimos entonces fue el momento en el que se rompieron los grandes bloques. Los bloques ideológicos, que contaban con una gran inercia. En el propio comunismo se generan multitud de polos, y si bien al principio se daba una única referencia, la Unión Soviética, luego surgió China, luego llegaron las referencias coloniales, y los intelectuales, en París por ejemplo,crean un pensamiento plural muy fuerte. Y nosotros mismos lo queremos traer al País Vasco y crear nuestra propia versión del socialismo. Creo que en ese sentido, gracias a tu trabajo (Joxe Azurmendi) y al de otros, al intentar relacionar socialismo con nacionalismo, se ha generado un material muy bueno. Durante aquellos años se trabajó mucho ese tema, y hay trabajosmuy buenos, desconocidos fuera de los límites del euskara. Sólo se publicaron en euskara y años más tarde la gente ha llegado a hacerel mismo descubrimiento.
A.: Una de las desventajas de vivir en un mundo cerrado es que no te das cuenta de las polémicas y discusiones que se dan fuera de tus límites. En aquella época lo que sucedía era lo siguiente, en Alemania por ejemplo, yo vivía en Alemania... era medio comunista y la otra mitad capitalista, había una gran polémica, los unos contra los otros. De hecho, esa polémica se volvió muy importante en el movimiento francés de mayo del 68, pero aquí todavía no se conocían. Había cierta crítica sobre el marxismo y el comunismo ya extendida en varios países, en Alemania, entre algunos intelectuales de Francia, Marcuse entre ellos, etc. Y aquí no sabíamos nada de eso. Manteníamos una cierta dependencia respecto al partido comunista y su interpretación clásica marcaba esa dependencia. Entonces, como mucho se daban ciertas aportaciones, y ateniéndonos a la palabra “Plataforma” que hemos mencionado, creo que una de las aportaciones más importante de Jakin fue precisamente esa. Desde el principio hasta hoy día ha ofrecido una plataforma a esos modos de pensar diferentes.
T.: El hecho de ser canalizador. Yo me fui a Francia en 1970. Aquí Jakin estaba prohibida, y con el transcurso de los años, la primera discusión política que pude oir fue entre Mitterrand y Pompidou. Estaba sorprendido, boquiabierto, al escuchar una discusión política en la televisión. Aquí, en la televisión pública (la única) nunca habíamos visto nada parecido. Las emisoras de radio trabajaban con información censurada. Este es un dato relevante para entender en la dictadura, en el reino de la censura, hasta dónde llegaba la represión. Se negaban los principios fundamentales de la democracia.
“Yo me fui a Francia en 1970. Aquí Jakin estaba prohibida, y con el transcurso de los años, la primera discusión política que pude oir fue entre Mitterrand y Pompidou. Estaba sorprendido, boquiabierto, al escuchar una discusión política en la televisión”.
¿Cuáles son las debilidades a las que se enfrenta el País Vasco en este siglo XXI y cuales sus puntos fuertes, en esta época de globalización y cultura unificada?
T.: De cara al futuro, y ya estamos en el siglo XXI, no es fácil saber cómo actuar, ¿no? Dentro de esa globalización somos un pueblo pequeño, somos “enanos” dentro de ese mundo. Para subsistir debemos crear un mundo de referencias propio, y todo eso hay que trabajarlo en equipo. Quizás en otra época o contexto los elementos aislados distintivos contaban con una mayor aceptación. Creo que a partir de ahora, en la medida en que nuestra propia experiencia nos ha enseñado, si hemos sobrevivido, ha sido como grupo, colectivo o comunidad. Hemos conseguido un consenso, un acuerdo entre diferentes. Y a partir de aquí, si la cultura vasca quiere subsistir, lo más seguro, y teniendo en cuenta que es pequeña, debe reforzar las corrientes unificadoras y medir un poco más las centrifugas. Las referencias exteriores son indispensables, hay que estar ahí, pero hay que mantener nuestra propia personalidad y si la perdemos, o si perdemos esa colaboración mutua, esa red social, la importancia de la sociedad civil, si perdemos todo eso, el futuro no va ser fácil.
Creo que esa fuerza del País Vasco que hemos tenido, que hemos conocido tras la guerra... creo que tendríamos que tirar por ahí. La iniciativa popular, la sociedad civil, las asociaciones, las plataformas, seguir adelante por ese camino.
A.: Creo que en el futuro, y trabajando cada vez más en equipo, ese “team work”, podemos sacar las cosas adelante. Y esto a nivel de la eficacia es muy importante, pero también desde el punto de vista psicológico, ya que en el ámbito vasco los momentos de desánimo se producen muy a menudo y si no nos apoyamos los unos con los otros, a menudo te dan ganas de tirar la toalla. Apoyarnos mutuamente, ayudarnos, y ofrecer inspiración el uno al otro, dar ideas, decir qué leer, qué buscamos,... hacerlo en equipo. De cara al futuro, si conseguimos formar equipos, cada vez contarán con una mayor importancia. Si miramos estos últimos años, se han llevado a cabo muchas cosas. No podemos ni creer que cuando entramos en el mundo de la cultura en euskara, no sabíamos escribir, incluso estábamos aprendiendo a hablar en euskara. Hoy en día se escribe muy bien, increíblemente bien. Mis alumnos, por favor que no lean mis primeros trabajos... Hemos desarrollado hasta cierto punto una escuela y ahora, cara al futuro, tal y como preguntas, creo que debemos desarrollar la universidad, que la investigación llegue a la universidad, en equipo, y cuando no hay tal universidad siempre estás mirando hacia fuera y viendo lo que hacen yo que sé dónde. Al contrario, lo que vemos por ahí fuera, debemos aprender a trabajarlo aquí dentro, y por lo tanto, pensar y buscar siempre con nuestro propio país como objetivo.
Cara al futuro, daría especial importancia a la universidad, mayor de la que actualmente se le da, querría decir a una universidad vasca.
T.: Sobre lo anterior, yo lo que sí veo es que existe cierto riesgo, y es posible que nos perdamos en el océano. En el mundo de la globalización, no somos más que otro barrio más de Nueva York, pienso que a menudo nos vemos así a nosotros mismos. Contamos con un montón de referencias de allí y nuestras referencias, las que provienen de nuestro pasado, las que encontramos alrededor nuestro, no sólo históricamente sino hoy en día, todas esas se quedan ahí como si fuesen desconocidas. Este es un aspecto que debemos trabajar. Nuestros equipos deben animarse mutuamente y recorrer el mismo camino conjunto, debemos crearnuestro propio sistema de referencias. La investigación universitaria es fundamental para trabajar esos aspectos y debemos analizar la globalización desde el punto de vista local.
A.: Si, todavía se da, y en nuestra época también se daba, cierta fascinación por todo aquello que provenía de fuera (las ciudades, los paisajes, todo lo exterior). Quizá eso sea normal, y no me parece mal, pero lo que deberíamos hacer ahí fuera es aprender, no copiar, sino aprender. Y uno de los retos a los que debe enfrentarse el siglo XXI, sobre todo en lo que se refiere a los jóvenes, no ya a nosotros, será ese, cómo aprehender lo que se ve. Cómo interiorizar ese pensamiento externo, cómo interiorizar la cultura, el arte, la música,... todo.
T.: Creo que hay una gran diferencia de aquella época a ésta. Cuando nosotros íbamos al extranjero, lo hacíamos para estudiar, aprender y aplicarlo luego aquí. Ahora, como todos estamos en el mismo mundo, no se piensa así. La cuestión no es cómo podemos mejorar lo nuestro nosotros mismos. Creo que ahora no se da ese punto de tensión. Eso puede resultar peligroso, esa fascinación por lo exterior, por desarrollar lo foráneo, por ser como ese modelo externo. Pero aprender cómo son los otros puede resultar también un buen modo para que podamos ser diferentes, creo que se está desarrollando también esa perspectiva.
“En nuestra época también se daba cierta fascinación por todo aquello que provenía de fuera (las ciudades, los paisajes, todo lo exterior). Quizá eso sea normal, y no me parece mal, pero lo que deberíamos hacer ahí fuera es aprender, no copiar, sino aprender”.
En nuestro pueblo está arraigado ese pensamiento que también mencionaba Ruper Ordorika: “Nadie me dijo lo dificultoso que resulta ser euskaldun”.
T.: Si, se ha mencionado muchas veces esa canción de Ruper. Xabier Lete también lo cantaba: “No te puedo amar Euskalerria, pero dónde podría vivir lejos de tí?”... Esa tensión o dialéctica hacia nuestra realidad, esa falta de conformidad es muy nuestra, y creo que el hecho de ser pequeños, el País Vasco lo es, hay que confesarlo, (lo pequeño es bonito, small is beautiful ...). Todo esto es verdad pero el hecho de ser pequeño tiene sus desventajas y no se trata de un mero dato estadístico. Al final, tu propiapersonalidad queda limitada, no cuenta con la difusión que te gustaría. Creo que ciertas personas ven que el euskara tiene un límite y así lo sienten, y el ser euskaldun también. Además, aquí que siempre tienes que contar con la lucha por la supervivencia, muchas veces la cuesta se hace muy empinada y te cansas, es cierto, pero al mismo tiempo, se trata de un mundo creativo. Te concede la oportunidad de crear tu propio camino. Ese cansancio y todo eso que puede conllevar, esa cuestión se la escuché por primera vez a Joxe (Azurmendi), lo leí en unode sus artículos. Ese artículo fue muy comentado y ha aparecido mil veces en diversas referencias: “¿por qué y para qué ser euskaldun?”. Contó con una amplia respuesta. Ahí se pregunta: ¿merece la pena? ¿no la merece? ¿por qué lo somos? ¿para qué lo somos? ¿qué pintamos en medio de esta batalla? Al mismo tiempo, todo esto es signo de vitalidad. Creo que sino, viviríamos en un desierto, viviríamos con un encefalograma plano... Todo esto es motivo de esperanza.
A.: A un niño pequeño se le dice o cuenta cualquier cosa y una de las cosas que primero dice suele ser... ¿y quién es el más fuerte? ¿y el más grande? Esa fascinación por el más grande y el más fuerte proviene de algún lado, y de algún modo siempre ha estado ahí latente. El hecho de que el euskaldun sea pequeño ha acarreado siempre una serie de problemas. Algunos son plente objetivos. Al aplicar cualquier terminología técnica te percatas que existen campos que aún no hemos desarrollado, y en otros idiomas sí, y políticamente ni que decir tiene. Bueno, el hecho de ser pequeño implica ser oprimido y explotado. ¿Porqué merece la pena? Al final, se trata de una cuestión de personalidad. El hecho de ser uno mismo como persona, ese problema se le presenta a todas las minorías cuantitativas alguna vez. Perdón por el ejemplo pero es el que siempre utilizo. Si eres homosexual y siempre lo ocultas, no hay ningún tipo de problema. Si ere euskaldun y siempre lo ocultas, no hay ningún problema. Siempre te aceptarán. Pero si te quieres mostrar diciendo: ¡no, yo soy homosexual y además quiero sentirme así y quiero vivir de ese modo!, entonces surgen los problemas, en más lugares de los que piensas, aunque en teoría todo el mundo es liberal. Con el euskara pasa más o menos lo mismo. Cuando quieres vivir en euskara sólo encuentras problemas entre tus propios convecinos. La mayoría no es euskaldun, etc. Así, el ser uno mismo plente consciente dentro de una minoría cuantitativa, todas las sociedades cuentan con una minoría cuantitativa y los estados modernos aún más, resulta problemático. Y de ese modo, el ser euskaldun resulta dificultoso, arduo, culturalmente, políticamente,... Le exige a cada uno una afirmación de su propia personalidad, y también de la identidad colectiva. Yo lo veo así, el ser euskaldun resulta dificultoso y arduo, pero al mismo tiempo es precioso, mortalmente precioso. Y eso lo puede decir alguien que vive fuera.
T.: Si. Al final, quien te hacer ser como eres, es el colectivo, si sientes esa adhesión respecto a ese colectivo. Eso sucede cuando te encuentras fuera, por ejemplo en Alemania y escuchas a alguien hablar en euskara. Para tí se convierte en alguien cercano, en hermano decía Victor Hugo (Literalmente:Dites un mot basque à un montagnard dans la montagne; avant ce mot, vous étiez à peine un homme pour lui; vous voilà son frère.)
A.: Víctor Hugo: “para un euskaldun su lengua es su verdadera religión”. (Literalmente: La langue basque est une patrie, j’ai presque dit une religion.)
T.: Así pues, el hecho de ser pequeño está unido al euskara. No es una mera cuestión geográfica, pertenecemos a un mundo pequeño, y mirando a nuestro interior, nos diferencia del resto y nos refuerza interiormente, o así debería de ser. En este momento, quizás porque las fuerzas exteriores son enormes, no nos ayudan mucho a seguir adelante, pero bueno. Creo que de ahí surge nuestro orgullo, para subsistir por encima de todas las dificultades.
A.: Todas las lenguas son maravillosas y merecen ser cultivadas. Al igual que las flores, todas son diferentes, preciosas, las hay en ciertos lugares y en otros no, etc. Con las lenguas sucede lo mismo, el español es precioso, su literatura es excelente. La literatura inglesa es aún más hermosa y amplia. El alemán es magnífico y lo que nosotros tenemos para ofrecer al mundo es el euskara. No tenemos la mejor cerveza del mundo, no tenemos la mejor máquina del mundo, pero lo que podemos ofrecer y nadie más lo puede hacer es el euskara. Es una lengua sin par, sin ser mejor que las demás, es preciosa y eso es lo que podemos ofrecer al mundo. El euskara no es algo que cuidemos y desarrollamos sólo para nosotros, sino que es algo que poseemos y queremos regalárselo al mundo, con su historia, con todos sus altibajos y con su belleza
Joan Mari Torrealdai y Joxe Azurmendi.
Joan Mari Torrealdai (Forua, 1942)
Sociólogo, escritor y euskaltzale. Se licenció en Ciencias Sociales por la Universidad de París y en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco. Es Doctor en Sociología y Ciencias Políticas por la Universidad de Deusto y licenciado en Teología en Toulouse. Ha sido director de las revistas Jakin y Anaitasuna, ymiembro del Consejo Editorial del diario EuskaldunonEgunkaria desde su fundación en 1990. Ha trabajado tanto en el campo del ensayo como en el periodismo.
Premio Manuel Lekuona 2015 de Eusko Ikaskuntza.
Joxe Azurmendi (Zegama, 1941)
Escritor y pensador. Desde muy joven estudió en el colegio de los franciscanos de Arantzazu, para luego ingresar en la orden. Llevó a cabo estudios de Filosofía en Alemania y Teología en Roma. Fue uno de los motores del movimiento cultural en torno a la revista “Jakin” de esa congregación religiosa. A comienzos de la década de los 80, tras abandonar la orden, comenzó a trabajar como profesor en la UPV-EHU. Presentó su tesis doctoral en 1984 sobre la filosofía del sacerdote y promotor José María Arizmendiarrieta, fundador del movimiento cooperativista de Mondragón. Se ha destacado principalmente como pensador y ensayista. .
Premio Eusko Ikaskuntza-Caja Laboral de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales 2012.