Lenguaje, lengua, habla...
Son cosas distintas. El habla es una forma de lenguaje, pero la lengua de signos es otra forma de lenguaje. Nosotros podemos expresar nuestros pensamientos en euskera, en francés, en castellano, en inglés... en cualquier otra lengua, pero también en otra modalidad como es la lengua de signos.
Las miradas ¿no expresan nuestros pensamientos?
Bueno, pero si nos estamos refiriendo al lenguaje humano nos referimos a un sistema articulado con una serie de propiedades como puede ser la recursividad. Es decir, yo puedo decir, —he visto el blog— y otra persona, por ejemplo María, puede decir, —Manolo ha dicho que ha visto el blog— y llegar otra persona que diga, —María ha dicho que Manolo ha dicho que ha visto el blog— y así sucesivamente. Hay toda una serie de propiedades que solo lo tiene el lenguaje humano, lo otro es comunicación. Existen el lenguaje de la mirada, el llamado lenguaje corporal, el lenguaje de los animales... pero no tienen que ver con lo que llamamos lenguaje humano.
Además de la recursividad, ¿qué otras propiedades distingue el lenguaje humano de los demás lenguajes?
Pues por ejemplo, con el lenguaje humano se puede hablar de cosas que ni tan siquiera han sucedido, es lo que se llaman los contrafactuales. Es decir, —si hubiera llovido, yo me hubiera metido en el cine y a la salida hubiera comprado un paraguas— pues, ni ha llovido, ni he ido al cine ni he comprado un paraguas. Eso no sucede con el lenguaje que se atribuye a los animales. La propiedad combinatoria... etc.
Entonces, una cosa es el lenguaje y otra las señales para comunicarse...
Exactamente. Lo que ahora estamos haciendo, comunicar pensamientos a través de una cadena de sonidos que yo emito y que tu recibes y decodificas, eso es el lenguaje humano. Los lenguajes humanos son sistemas computacionales muy complejos, abiertos, que con un número mínimo de elementos y de una forma combinatorial puedes producir hasta el infinito. Y el lenguaje de signos entra dentro de los lenguajes humanos porque va más allá de la pantomima, tiene las mismas capacidades que el lenguaje hablado.
¿Qué quiere decir que con un mínimo de elementos se puede llegar al infinito?
Pues que a partir de un número finito de fonemas, propios de cada lengua, puedes crear un número infinito de significados. Fíjate si nuestro sistema es complejo, que a pesar de que existen diferencias físicas entre los fonemas que emitimos tu y yo y muchas otras personas cuando pronunciamos la palabra —casa— tú y yo podemos entendernos. Eso es lo que se denomina la percepción categorial del lenguaje, es decir, nosotros escuchamos o bien una “b” o una “p”, es decir, asignamos una categoría fonemica a la señal física que percibimos. La sintaxis es otro sistema combinatorial dentro del lenguaje que permite crear un número infinito de enunciados a partir de un sistema finito de elementos.
Entonces el lenguaje es un sistema articulado para transmitir ideas...
Bueno, el lenguaje son muchas cosas. Es un sistema de representación y un sistema de comunicación, pero, obviamente, ante todo, el lenguaje es lo que ha permitido que podamos evolucionar como hemos evolucionado como especie.
¿Qué es la cultura?
Buena pregunta... La cultura es un término que engloba un abanico de significados muy amplio. Cultura es la gastronomía, son las creencias, la estética, la representación simbólica del mundo a través de la pintura, la escritura u otras formas de arte. El lenguaje tiene que ver mucho con la cultura. Por ejemplo, gracias a la invención de la lectoescritura hemos sido capaces de dar un salto en el vacío impresionante para transmitir nuestra cultura.
¿Y lenguaje?
Sí, entra dentro de la cultura. Pero no diría que el lenguaje es cultura. Como hemos dicho, el lenguaje es un sistema de representación y comunicación y y por tanto la cultura está impregnada de lenguaje. En el lenguaje natural no se necesita de un aprendizaje reglado, como ocurre por ejemplo con el aprendizaje de la lectoescritura. Basta con estar expuesto a la lengua de una comunidad lingüística para desarrollar el lenguaje. La circuitería mental viene preparada, predispuesta para desarrollar la capacidad del lenguaje. El lenguaje no es una capacidad social, hoy en día ya no existe debate sobre si el lenguaje es cultura o es genética. Claramente venimos preparados para adquirir el lenguaje de la misma forma que la araña viene preparada para tejer telas de araña. Manuel Carreiras, la persona
Nació en Lugo...
Nací en Sobrada, una aldea entre montes. En lo que aquí llamaríamos un caserío con huerta, con vacas para la leche y esas cosas...
¿Hijo único?
No. Somos cuatro, yo soy el tercero. Las dos mayores son chicas y los pequeños somos dos chicos. Nacimos todos en Sobrada. Pero cuando yo tenía dos años, cuando nació mi hermano pequeño, nos trasladamos a otro pueblo. Entonces me mandaron a vivir con mi madrina en otra aldea, para que mi madre pudiera atender al recién nacido. Así, dos años y medio después, con cuatro años y medio, vuelvo al pueblo, Castro de Ribeiras de Lea, donde estaban mis padres y comienzo en la escuela.
¿Recuerda algo de esa época?
No sé. Quizá que me gustaba mucho las letras y los números. De todos modos, no me acuerdo, a mi me cuentan que me llevaron a la escuela y allí comenzó todo. Creo que gracias a mis primeros maestros hoy en día estoy aquí.
¿Cómo se llamaban?
Emilio y Caridad. Fueron personas muy entrañables. Este tipo de gente hizo posible que la gente de los pueblos, de las aldeas pudiésemos estudiar cuando no había nada a nuestro alrededor. Recuerdo que de la generación anterior a la mía salió algún que otro médico. En mi caso influyeron mucho porque mis padres no tenían medios para que pudiésemos estudiar. De hecho, mis hermanas no tuvieron la oportunidad de poder estudiar.
¿Cómo se las arreglaron para que usted estudiara?
Pues los maestros me buscaron una beca para poder ir a estudiar el bachillerato de aquel momento a Lugo. Recuerdo que mi padre me dijo en una ocasión que los maestros me sufragarían los estudios si ellos no podían, porque veían que tenía posibilidades. Eso es de agradecer.
Lo cierto es que son circunstancias que ni imaginamos en la actualidad, en nuestra sociedad.
Eran otros momentos y aquella pareja realmente amaba su trabajo, amaban la educación. En el pueblo eran una institución. Recuerdo que cuando ya estábamos estudiando en Lugo, cuando finalizaba el curso teníamos que ir a enseñarles las notas, nos hacían un seguimiento real, aún cuando ya estábamos fuera de la escuela.
Y una vez acabado el instituto, le llegó el momento de escoger una carrera. ¿Por qué escogió Psicología?
Bueno, hice COU por letras, porque donde estuve no había otra opción, y me fui a Santiago. Así que me planté en la Universidad sin saber en qué matricularme y como no había números clausus, podía escoger la carrera que quisiera. Mis opciones eran Medicina, Filosofía o Psicología. Lo cierto es que en la época de estudiante, los profesores que tienes influyen muchísimo en tu elección y yo tuve un profesor de Filosofía muy bueno que hizo que tuviese un gran interés por la Filosofía.
¿Y la Medicina?
Es algo que me gustaba mucho y la verdad, no me matriculé en Medicina porque un amigo mío me dijo que la estadística era complicadísima, (y luego a mi me ha tocado dar clases de estadística, ¡qué contrasentidos tiene la vida!), y una vez descartada la medicina, me matriculé en Psicología, pero también en Filosofía.
¿Dos carreras a la vez?
Bueno, los tres primeros años eran comunes. Y después me tocó elegir... Y allí me vi, de nuevo ante el dilema, porque tuve un muy buen profesor de metafísica, pero también un profesor muy bueno en fundamentos biológicos.
¿Y cómo se decidió?
Porque el profesor de fundamentos biológicos me regaló un libro, “Psicología Anormal” de Sarason, que hizo que me decidiera por la Psicología. Lo cierto es que a veces uno toma elecciones sin mucha fundamentación, o mejor dicho, sin mucha información. Sin embargo ahora, se tiene acceso a mucha información. Yo siempre he defendido que se ha de elegir bien informado.
Pero quizá ahora se tiene “demasiada” información, es difícil discernir las fuentes fidedignas.
Ya, pero antes no había ni tan siquiera fuentes a las que acudir. Fíjate que muchas de las decisiones importantes que yo he ido tomando a lo largo de la vida han sido basadas en información insuficiente, e incluso errónea, como en el caso de la elección de la carrera universitaria.
¿Seguro?
No digo que fueran malas decisiones, ni me arrepiento de haberlas tomado, sino que estaban basadas en información insuficiente. Es decir, yo decidí no escoger Medicina en base a una información errónea. Que haya salido bien.... ¡no tengo ninguna duda de que ha salido bien! Otra cosa es que quizá también hubiera acertado tomando otra decisión.
¿No es quizá una tendencia de las personas el pensar que la decisión que se toma es siempre la mejor?
Yo tengo una visión positiva de la vida. Hay que mirar siempre para adelante, no para atrás. Los caminos te llevan a metas diversas, pero también se puede llegar a una misma meta por distintos caminos. Hoy en día, el trabajo que estamos desarrollando en este centro tiene mucho que ver con la biomedicina. Así que cuando a uno le gusta algo acabas llegando a ello.
Y ¿cómo llegó al mundo de la investigación?
Pues porque realmente me gusta la investigación. En el momento en que yo estudiaba la carrera, se estaba trabajando el conductismo frente al psicoanálisis, entonces tuve un profesor que nos habló de la psicología cognitiva, una concepción diferente de la psicología.
¿En qué consiste?
En cómo nosotros podemos intentar averiguar cómo funciona nuestra maquinaria. Y ese tema me cautivó. Así que durante cinco años pude estudiar diferentes enfoques de la psicología y llegué al final de la carrera con el deseo de hacer algo experimental, pero no había nadie en Santiago que me pudiera guiar. Además, los últimos años de carrera me tocaron muy revueltos, con muchas huelgas.
Y ¿qué hizo?
Busqué una beca para seguir estudiando. Y comienzo mi andadura en la investigación experimental trabajando sobre la representación espacial. Es decir, cómo nos representamos en el espacio. Ese fue mi tema de Tesis. Un tema que en ese momento también estaban trabajando en otros paises como Estados Unidos o Suecia.
¿Cómo tuvo noticia de ello?
Pues nuevamente esas decisiones que se toman... Con mi primer sueldo me fui a Oxford, a casa de un amigo para aprender inglés. Así que me busqué un trabajo, fregando platos en un restaurante y dando clases de español. Eso me dio la opción de poder ir a un congreso en Edimburgo, en el que conocí a un investigador sueco que me dijo que si conseguía el dinero para el pasaje ellos me ofertaban una estancia de tres meses... Y allí me fui y comencé a “dar tumbos” por medio mundo, Inglaterra, Estados Unidos, Australia.... Pero poco a poco el tema del lenguaje me fue cautivando y me metí de lleno en él.
“Supongo que en la base de todos los conflictos está la voluntad de no entenderse. El lenguaje es una herramienta, del mismo modo que puedes utilizar un martillo para clavar una punta, puedes utilizarlo para matar a alguien. Es así que el lenguaje puede servir para unir o para separar”.
“Hay verdades que son provisionales, ninguna verdad es fija en ciencia porque el día de mañana los resultados de un experimento pueden desmentir teorías previas. Eso es lo impactante y lo bonito de la ciencia, que buscas respuestas y lo que encuentras son más preguntas”.
“En nuestro centro trabajamos con la lengua, no tanto como un elemento externo sino que intentamos entender, intentamos investigar cómo nuestro cerebro procesa el lenguaje: Cómo lo adquirimos; cómo comprendemos; cómo a través de una cadena de sonidos entendemos una idea o cómo desde una idea se genera esta cadena de sonidos...”. Manuel Carreiras (Lugo, 1959) Es Doctor en Psicología por la Universidad de La Laguna (1984) y ha sido catedrático en dicha Universidad. Cuenta con más de 25 años de investigación en centros de España, Estados Unidos, Reino Unido, Suecia y Australia. Es uno de los más reputados científicos en materia de neurociencia y lenguaje y actualmente es el director científico de BCBL, Basque Center on Cognition, Brain and Language.